El Presidente de la República ha ordenado que los militares se hagan cargo de la seguridad pública durante los próximos cinco años. Han quedado en el olvido aquellos tiempos en que López Obrador, siendo candidato, atacaba al Ejército acusándolo de “reprimir al pueblo”. Hoy son sus mejores aliados. Construyen aeropuertos, reparten libros de texto gratuito; edifican las sucursales del Banco del Bienestar, habilitan hospitales de emergencia para atender a enfermos de Covid-19 y forman la columna vertebral de los 80 mil miembros de la Guardia Nacional.

El gobierno se ha militarizado. Las fuerzas armadas serán otra vez utilizadas como vanguardia en el frente de batalla contra la delincuencia.

Para muchos mexicanos esta medida es correcta ya que hay confianza en el Ejército y la Marina Armada de México. Piensan que sólo ellos podrán ponerles un alto a los escuadrones del crimen organizado.

A través de un decreto publicado en el Diario Oficial de la Federación el pasado 11 de mayo, el presidente Andrés Manuel López Obrador ha otorgado amplias facultades a las fuerzas armadas para que actúen como como policías. A partir de ahora la fuerzas castrenses serán responsables de implementar estrategias y operativos para la prevención del delito; participarán activamente en el resguardo y vigilancia de aduanas, zonas fronterizas, aeropuertos, carreteras federales, parques nacionales, instalaciones federales y medios de transporte. También tendrán facultades para realizar detenciones o asegurar bienes relacionados con algún hecho delictivo, así como preservar los lugares donde se haya cometido un crimen y recolectar las evidencias del caso.

Esta decisión de AMLO es un reconocimiento oficial del fracaso de su estrategia de “abrazos y no balazos” que en el primer año de su gobierno levantó como bandera.

Felipe Calderón debe estar orinándose de la risa por el retorno de los militares a las calles después de que durante más de un año fue criticado con saña inaudita por el gobierno de la Cuarta Transformación por haber iniciado una guerra estúpida contra los grupos del crimen organizado utilizando al ejército. “El comandante Borolas” (Calderón) ha obtenido una victoria política sobre su aborrecido enemigo. El que ahora AMLO utilice de nueva cuenta a las fuerzas armadas para intentar frenar la desbordada inseguridad es un reconocimiento de que la Guardia Nacional no está funcionando como se esperaba.

Lo terrible es que con esta decisión se abre una Caja de Pandora. La experiencia vivida durante el gobierno de Felipe Calderón nos mostró que la actuación de los militares en tareas de seguridad ocasiona frecuentes violaciones a los derechos humanos: Tortura, desapariciones forzadas, ejecuciones extrajudiciales y un uso ilegal de la fuerza.

CARAS Y CARETAS.

I.- Los diputados del PAN se oponen a que el gobernador Juan Manuel Carreras solicite una línea de crédito por 700 millones de pesos para enfrentar las necesidades que la pandemia nos ha traído.

Quieren que el gobierno del estado naufrague en el combate a la emergencia sanitaria. Han politizado el tema. Les preocupa que el gobernador se esté fortaleciendo debido al correcto manejo que ha hecho de la emergencia. Los panistas están pensando en las elecciones del próximo año.

Utilizando una crítica ruin que evade reconocer la existencia de un plan integral para reactivar la economía local, enfocan sus baterías a descalificar la posibilidad de obtener un nuevo crédito que es sólo una de las líneas de acción de la estrategia gubernamental.

La intención de Carreras es contar con recursos frescos para otorgar financiamiento a las pequeñas y medianas empresas potosinas para evitar que se pierdan más empleos; apoyar además a los sectores agropecuario, hotelero y turístico y brindar ayuda humanitaria (alimentos) a familias de escasos recursos.

Al oponerse los panistas no toman en cuenta que hay una caída en la recaudación local de impuestos y que han disminuido las participaciones federales en un 11.7%. Omiten reconocer que se ha tenido que gastar dinero de manera extraordinaria para atender la contingencia y que el gobierno federal nos está dejando solos.

Con esta actitud se están viendo poco empáticos con los sectores social y productivo que están sufriendo los estragos de la pandemia.

Pero colocándose por encima de estas resistencias el gobernador Juan Manuel Carreras sigue adelante en su plan de buscar alternativas para superar la crisis económica y sus nocivos efectos.