Cinthya Carbajal.

Vía: El Universal [Hidalgo].

El otomí, conocido por sus hablantes como hñahñu, es una de las lenguas originarias con mayor presencia en México. Más de 200 mil personas la utilizan cotidianamente, y una buena parte de ellas habita en el Valle del Mezquital, Hidalgo, cuna de una de sus más apasionadas defensoras: la maestra Chencha.

Originaria de la comunidad de Santa Anna Bathá, en el municipio de Chilcuautla, Ausencia —como fue nombrada al nacer— es mejor conocida cariñosamente como Chenchita. Su vocación por la enseñanza la ha convertido en un símbolo de resistencia cultural y en una promotora incansable de la preservación del idioma otomí.

A lo largo de su vida, la maestra Chencha ha desarrollado múltiples métodos de enseñanza y ha escrito diversos libros para facilitar el aprendizaje del hñahñu. Además, ha colaborado con colectivos y organizaciones dedicadas a fortalecer las lenguas originarias, convencida de que el idioma es el corazón de la identidad otomí.

Su labor no se ha limitado al Valle del Mezquital. Ha llevado la historia y el valor del pueblo otomí a distintos estados de la República Mexicana e incluso a escenarios internacionales. Uno de los momentos más significativos de su trayectoria fue su participación en el Vaticano, donde representó a su comunidad ante el papa Juan Pablo II.

Gracias a su compromiso, la enseñanza del hñahñu ha tomado nuevo impulso en Hidalgo, una región donde, pese a los intentos históricos por suprimir las lenguas indígenas, hoy se celebra su riqueza cultural. Las clases de la maestra Chencha no solo enseñan un idioma, sino que transmiten la herencia y el orgullo de un pueblo que se niega a desaparecer. Actualmente, el otomí es reconocido oficialmente como una de las 68 lenguas nacionales de México. Con cerca de 200 mil hablantes, ocupa el séptimo lugar entre las más utilizadas del país y cuenta con diversas variantes regionales, como las del Valle del Mezquital, la Sierra de Hidalgo, Puebla y Veracruz, así como las de Tulancingo, Estado de México, Querétaro y Guanajuato. En cada palabra enseñada, la maestra Chencha reafirma su misión: mantener viva la voz ancestral de su pueblo y transmitirla a las nuevas generaciones como un legado de orgullo, identidad y amor por sus raíces.

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