Vía: DW Noticias.

Corea del Norte recrudece la persecución de creyentes, y medios disidentes aseguran que el régimen “se felicita por haber puesto bajo control toda expresión de fe”.

DailyNK, un portal con sede en Seúl, informó el 18 de noviembre que sus fuentes dentro del país aseguran que las autoridades están convencidas de haber "prácticamente exterminado" a los grupos cristianos "subterráneos" y a las redes de culto.

Aun así, desertores y activistas de derechos humanos dijeron a DW que están seguros de que siguen existiendo pequeños grupos e individuos que practican su fe en secreto.

"Han sido blanco del régimen y muchas personas fueron detenidas, pero sabemos que todavía hay cristianos fuertes que se reúnen en grupos pequeños o incluso practican solos", afirmó Song Young-Chae, académico y activista surcoreano de la Coalición Internacional para Detener el Genocidio en Corea del Norte.

"Hay desertores que llegaron este año a Corea del Sur y cuentan que esto sigue ocurriendo. Otros, que todavía tienen contactos dentro del país, dicen lo mismo", añadió Song. "Nosotros también tenemos nuestros propios contactos. No puedo dar más detalles porque sería peligroso para ellos, pero sabemos que siguen ahí".

Sin libertad religiosa y con devoción impuesta a la dinastía Kim

Esos focos de resistencia religiosa pueden mantenerse, pero no hay duda de que viven bajo persecución constante.

La constitución norcoreana garantiza en su Artículo 68 la libertad de culto, aunque en la práctica el régimen controla férreamente toda actividad religiosa y considera a las iglesias una amenaza directa a su poder.

En las escuelas, en lugar de enseñanzas religiosas, los niños aprenden desde pequeños a venerar a las tres generaciones de la familia Kim, que gobierna el país con mano de hierro desde 1948.

Los cristianos llevan décadas bajo sospecha, asociados a influencias occidentales. Quien sea sorprendido con una Biblia, en oración o en cualquier forma de culto se expone a castigos severos.

La fe como delito contra el Estado

Cualquier persona sospechosa de tener creencias religiosas puede ser clasificada como parte de la "clase hostil", lo que implica discriminación en asignaciones laborales, acceso a la educación, permisos para vivir en determinadas zonas y otras penalidades sociales.

La represión se intensificó tras la aprobación, en septiembre de 2021, de la Ley de Garantía de Educación Juvenil, que incluye las actividades religiosas entre las prácticas totalmente prohibidas para los jóvenes. En línea con esa ley, el Ministerio de Seguridad del Estado incrementó la vigilancia.

"No existe un departamento separado para perseguir la religión, pero los organismos de contrainteligencia clasifican la actividad religiosa como un 'crimen antiestatal' y la investigan directamente", citó DailyNK a una fuente en Corea del Norte.

"Las agencias de seguridad provinciales, municipales y distritales realizan sus propias redadas, especialmente en las zonas fronterizas, donde suele entrar información del exterior".

También se vigila de cerca a quienes estudiaron o trabajaron en el extranjero, o a quienes fueron repatriados tras intentar huir. "Si se les descubre practicando algún acto religioso después de regresar, son arrestados de inmediato", señaló la fuente. Protestantes y católicos son enviados a campos de prisioneros políticos.

Los testimonios coinciden con informes de organizaciones como Solidaridad Cristiana Mundial y con reportes gubernamentales sobre derechos humanos. En su informe anual 2025, la Comisión de Estados Unidos sobre Libertad Religiosa Internacional volvió a clasificar a Corea del Norte como "país de especial preocupación".

La entidad describió al país como "uno de los peores violadores de la libertad religiosa en 2024", afirmando que el régimen considera la religión "una amenaza existencial", y a los cristianos como "colaboradores de fuerzas imperialistas y enemigos de la nación y la revolución".

"Poseer una Biblia, interactuar con misioneros cristianos o participar en un acto de culto puede derivar en castigos severos, como tortura, trabajos forzados, prisión o ejecución", señala el informe, que también recuerda que tres misioneros surcoreanos continúan detenidos desde hace más de una década.

Desafío silencioso

"No existe libertad religiosa alguna en Corea del Norte", afirmó Eunju Kim, quien escapó con su madre en la década de 1990 y hoy trabaja con la organización HanVoice en Seúl.

"Hay una iglesia en Pyongyang,pero solo sirve para mostrar una imagen de tolerancia. En la realidad, cualquiera que practique una religión es castigado. El Estado considera la fe un crimen político y las penas pueden llegar a la ejecución".

Pero algunas personas siguen desafiando al régimen en silencio. "Pueden prohibir la religión, pero no pueden impedir que la gente crea en Cristo", dijo Kim.

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